miércoles, 11 de noviembre de 2009

Por aquí no pasó nadie


Este ensayo lo traigo desde mayo, recordé que llevaba oculto varios meses en una carpeta del computador, consecuencia de un trabajo de clase y de la lectura de un libro muy ameno. Tulio Bayer es uno de esos personajes colombianos que nadie recuerda. De hecho, en internet hay más material mío que suyo. Claro, con Twitter y Facebook colgamos cualquier cosa, pero un desocupado biógrafo podría pescarse más de nuestra personalidad que la de uno de estos personajes, por más que hayan luchado por cambiar el país. Casi no logro conseguir uno de sus libros, estaba olvidado en la biblioteca. Ni siquiera mis compañeros de clase que tenían que hacer el mismo ensayo fueron a buscarlo.

El libro del que sale el ensayo se llama La Guerra en Todas Partes, escrito por Jaime Restrepo Cuartas, actual Respresentante a la Cámara por Antioquia y ex-rector de la Universidad de Antioquia. Tulio es el de la foto, un hombre...peculiar, muy colombiano.


Por aquí no pasó nadie

Por Ricardo Zapata Lopera

Un país vive situaciones de desigualdad, corrupción y falta de justicia. Corren voces en el mundo que proclaman derechos para el hombre, dando esperanza a los olvidados. Un hombre, visionario, pasional, con un pie en la cúspide y otro en lo más bajo, con un corazón que late por el pueblo y unos ojos abiertos a la realidad, debe tomar la decisión por su vida: sale o se queda, aguanta o se echa al agua, hace algo o sepulta su conciencia. Tulio Bayer, médico cirujano, colombiano, fue un hombre paradójico, una persona que nunca estuvo en deuda con nadie más que con su conciencia, que estaba plenamente confiado y firme en su destino, pero que al final de sus días, frustrado y con un corazón que todavía vibraba por la acción, murió como muere el alma de los pueblos del subdesarrollo: aplastada por la realidad y el miedo de la mayoría al cambio. Su historia es el reflejo de su pueblo, una vida de ires y venires, de picos y valles, de riquezas y miserias, de triunfos y fracasos.

Cuando Tulio Bayer empezaba la universidad en 1943, recién salido de Río Sucio, Caldas, dispuesto plenamente a cursar medicina, probablemente no percibió cómo su espíritu rebelde no era parte del mundo al que se enfrentaba. Una persona que ve la guerra en todas partes, que encuentra las fallas y las hipocresías en los hombres, es alguien que no encaja. Y no hay indicios de que eso haya sido un problema para Tulio, antes era lo que seguía nutriendo su espíritu, pero no le permitió ser parte de ningún grupo que trabajara por lo que luchaba. Era él contra el mundo.

Esta posición sin duda tuvo sus beneficios. Tulio Bayer nunca estuvo en deuda con nadie y por eso fue libre. Hizo todo lo que quiso: estudió medicina, ayudó a los más necesitados, trabajó como profesor, intimó con quien le gustaba, se metió a la selva, estuvo en el gobierno, luego hizo parte de la revolución, estuvo en el movimiento estudiantil de mayo del 68 en París y escribió varios libros, aunque no gustaran por su redacción cortada y cargada de idealismo.

Al final de sus días salieron algunos artículos que lamentaban su condición, otros que lo recordaban como hombre de ideales y en cierto sentido lo admiraban. Es el héroe del siglo XX. Una persona que parece no tener la razón, que lucha por lo que quiere aunque no tenga valor en el mundo. Escribía en El Espectador Max Olaya Restrepo el 8 de julio de 1982: “Quién sabe ahora cuales se me vendrán encima por declarar públicamente que admire y sigo admirando después de su muerte, a Tulio Bayer Jaramillo, como el tipo de colombiano que nos hace falta”. Pero otros como la revista Cromos, escribirían frases menos halagadoras: “Tulio Bayer Falleció en Paris, gordo, solo y desencantado” (Julio 16 de 1982). De todas maneras, sus condiciones de muerte no le pueden quitar la vida que dejó atrás. Mirándolo ya pasado más de un cuarto de siglo, como lo hace La Guerra en Todas Partes, Tulio es el héroe revolucionario del siglo veinte.

Es curioso que Los Soldados de Salamina de Javier Cercas haya sido uno de los libros que motivó a Jaime Restrepo Cuartas a compilar finalmente la información que por muchos años había recogido de Tulio Bayer en una novela histórica. El libro de Cercas trae una interesante reflexión sobre los héroes ocultos, algo parecido a esos Justos de los que escribiría Borges (…El que prefiere que los otros tengan razón / Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo), que no figuran en la Historia ni en los libros de texto de que le enseñan a los niños, pero que su vida la entregaron por algo superior a ellos.

El mismo Jaime Restrepo parece guardarle respeto por no cansarse de buscar sus metas. En medio de sus contradicciones, Tulio Bayer guardó el hilo de su propósito. Ya en París cuando se dio cuenta que la guerra no producía frutos, optó por escribir, no abandonó su idea de cambio y de crítica.

Tokihiko Enomoto, hablando del pensamiento de Mary Parker Follett acerca de los individuos dentro de los grupos, sintetizaba el camino que esta visionaria proponía hacia la verdadera democracia: “Cómo los individuos, no deben conformarse pasivamente con respecto a sus normas, a fin de desarrollar su potencial y al mismo tiempo contribuir a su grupo. Si ellos no están de acuerdo, deben expresar sus diferencias y trabajar con los demás para propiciar una nueva síntesis y una integración” (Mary Parker Follett, 1997, p.244). Tulio Bayer en un principio vio las cosas de la misma manera; algo parecía estar mal en las normas que regían el sistema. Pero desafortunadamente, al igual que la misma Parker Follett, se verían de cara ante la rigidez de quienes en últimas tomaban las decisiones. Parker, por su parte, no vivió esta situación, pero sus ideas estuvieron sepultadas por más de medio siglo después de morir en 1933. A Bayer sí le tocaría sentir el rechazo reiteradamente. Mientras Parker insistía en “el respeto por sí mismo y por los puntos de vista e intereses de los demás, trabajando siempre juntos, en la mutua confianza y con la apertura necesaria para lograr la comprensión recíproca y los beneficios mutuos” (Mary Parker Follett, 1997, p.244), Tulio Bayer, influenciado por las olas marxistas del momento, con el orgullo herido por las élites y los dirigentes, optaría por la revolución y al final por la muerte. Max Olaya por eso se preguntaba, “¿El infarto no será señores cardiólogos llenos de cientifismo, el suicidio que se da a si mismo el corazón adolorido de los patriotas?”.

Pero los héroes del siglo XX no son grandes hombres. Mueren con sus pocos y fuertes ideales y con sus muchas contradicciones. Son como los hombres de carne y hueso. Por eso Jaime Restrepo llegaría a un punto en su investigación donde no querría saber más de Bayer. “Un tipo que no era propiamente un revolucionario sino un simple liberal, cuya vida transcurría entre prostitutas, que había estudiado en Harvard en la nación imperialista que odiaba y que terminó siendo subalterno de la policía en París, no parecía tener la convicción, la fuerza y la capacidad de liderazgo que decían había tenido” (Pág. 95).

No obstante, “Tulio deseaba que sus conocimientos pudieran ser puestos al servicio de los más pobres. Desde el principio había centrado su atención en ayudarle a los más necesitados” (Pág. 74) y “su deseo era estar cerca de los desarraigados, aquellos que se encontraban en la mayor miseria” (Pág. 75). Por eso no es tan fácil simplemente archivar su vida, es una porción del alma de un país que en medio de la pobreza, los vicios y la hipocresía, es capaz de pensar más grande que él mismo.

La sociedad trata a los hombres de muchas maneras. Generalmente puya y roba almas, antes que ser benevolente, mas depende del hombre marginarse o comprenderla. A su manera, Tulio Bayer comprendió y amó a la sociedad. Tanto lo hizo que la hastió. Y ella misma se encargó de llevarlo lejos, donde no molestara tanto, donde dejara las cosas quietas y no cambiara mucho. “Por aquí no pasó nadie”, habría dicho si le preguntaran, temerosa de que se dieran cuenta que sus hijos los esconde para ocultar sus vergüenzas.


jueves, 22 de octubre de 2009

¿Y cuándo se nos perdió la vida?

“¿Qué estamos haciendo aquí?”, se preguntaba Nicolás Montero, reconocido actor de televisión y antropólogo, “pues viviendo, nos estamos moviendo”. Su llamado era a enamorarnos de la vida, a no dejar que nos aplaste el peso de la cotidianidad. “Consumidos por el hábito”, decía sobre lo que hemos sido. Su propuesta es recobrar el valor de la vida en todos sus sentidos.

El hecho ocurrió el pasado 21 de octubre en ‘Vivir Bueno en Medellín’, una iniciativa de CLICK Afecta tu mundo, del CINEP Programa por la Paz, Universidad EAFIT, Visionarios y la Alcaldía de Medellín. Parte del evento, un conversatorio, la otra, una acción colectiva llamada ‘Encontrémonos para cuidar la vida’ donde se promovía el encuentro y la conversación como acción concreta para construir convivencia y reconstruir seguridad ciudadana, a través de la demarcación del espacio para el encuentro con cintas y huellas. “Estamos ritualizando los espacios de encuentro”, decía Montero.

En el conversatorio participaron Alonso Salazar, alcalde de la ciudad; Salomón Kalmanovitz, reconocido economista; Nicolás Montero, actor, antropólogo y futuro político; Claudia Serna, rectora del colegio Creadores de Futuro; y Jorge Giraldo, decano de la escuela de Ciencias y Humanidades de la Universidad Eafit, como moderador. La idea central: la posibilidad de construir ciudad a partir de relaciones de convivencia. Así, partiendo de refranes populares como “el vivo vive del bobo”, “a papaya puesta, papaya partida”, y “una golondrina no hace verano”, la búsqueda de salidas a una realidad cultural violenta fue el trabajo de todos los asistentes.

Hace algunos siglos, y a veces pasa en estos días, los pensadores disputaban la vida desde dos bandos: soñadores y nostálgicos. Cual disputa política, la madurez trajo el peso de la realidad: el presente es definitivo y es lo único que tenemos. En la vida cotidiana somos lo que somos, si de ella no resulta nada bueno, mucho menos traerá el futuro. Colombia se dañó en algún momento. El daño más reciente parece haber sido por allá en los años cincuentas, aunque la semilla alguien la había sembrado varios años antes. El profesor Kalmanovitz, aún después de sus investigaciones, todavía se pregunta en qué momento se dañó esto. En todo caso, decía Salazar, el narcotráfico empató la cosa unos 30 años después, nos volvió el lío en un asunto cultural profundo, ya no asociado a las creencias políticas e ideológicas, sino metido allá donde están los valores que mueven el actuar diario.

No sé en qué bando estarían los pensadores de aquellos días de daños. Tal vez el imaginario colectivo era nostálgico, amante de tradiciones y realidades de antaño. Arrieros y mulas, días en que bastaba la palabra y la honradez era nuestra carta de presentación. Pero mientras tanto, el presente transcurría en pobreza, ignorancia y deseos de certezas inmediatas y evidentes que nos arrebataban la posibilidad de construir futuro a punta de presente. Rechazando lo que teníamos, nos lanzamos a la búsqueda de un futuro de ensueño, retratado en lo que veíamos en pancartas, noticias y telenovelas. Y así hemos crecido. No obstante, el llamado del Alcalde era a buscar nuevas fascinaciones: “si no hay disfrute de lo más inmediato [y cotidiano], no lo habrá de lo más elaborado”. Por eso para cualquier hombre de clase, de futuro promisorio y oportunidades por doquier, es tan fácil recurrir a atajos y volteretas para saciar los ánimos de más.

¿Qué hago entonces yo, un estudiante más de universidad, 21 años, de muchos sueños, pocos éxitos y todo por hacer? “Lo que está a nuestro alcance”, diría Montero, “una sociedad que le encanta conversar, por ejemplo, ¿por qué no hacer algo ahí?”. Y es que “todos tenemos la oportunidad de educar”, dijo Claudia, “todos somos maestros porque el conocimiento, la educación y los hábitos son cotidianos”. Es una invitación a la reflexión sobre lo que todo el tiempo está pasando.

Es que si no nos lo preguntamos, dejamos que la vida se nos esfume. Por ejemplo, de acuerdo a las cifras que daba Salomón, antes de los años 50’s, las tasas de homicidios en Colombia no pasaban de 8 personas por cada 100,000 habitantes. Eso fue subiendo y por los 90’s llegó a 300 y tantas por cada 100,000 habitantes, en Medellín. Seguramente el Estado no hizo presencia, pero la (i)responsabilidad de la sociedad al violar poco a poco los acuerdos tácitos de convivencia, esos que se viven día a día, llegó a costarnos casi toda una generación de jóvenes.

En todo caso, el asunto es tan bobo y tan obvio que nos pasa por enfrente y ni nos damos cuenta. Lo que con facilidad se expone encuentra una pared en cada uno. Jorge Giraldo lo ponía como que “toda persona tiene algo qué hacer al respecto, que la sociedad en que vivimos sea mejor y que el Estado también sea mejor”. Pero somos expertos en confiarnos de la obviedad y con el descuido se nos pasa el detalle: yo desde aquí ejerzo y creo cultura. Debemos ser concientes minuto a minuto de quiénes somos y cómo nos estamos formando. “Cultura es algo que se debe asumir continuamente, el sitio, el momento, el tiempo en el cuál yo me defino permanentemente”, de acuerdo a Montero. ¿Qué tan fácil será entonces hacerle click a todo el cuento?



martes, 20 de octubre de 2009

Stratagema y realidad

Hay una brecha grande entre la realidad y lo real. La primera es cosa nuestra. La segunda va por su propia cuenta.

Últimamente he estado leyendo con fuerza literatura sobre estrategia. Siendo administrador, un fanático del emprendimiento como actitud y gustoso de poder codear la incertidumbre cada día de mi vida, el tema no puedo dejarlo, simplemente me atrapa. La mayoría de los seres humanos tenemos una mentalidad programática. Me parece triste que nuestro ideal apunte a la racionalidad y la funcionalidad. Nos perdemos la crema del pastel.


La noción de estrategia es contraria a la de programa. El programa es lineal, económico y fijo. La estrategia vive por la incertidumbre. Lo nuevo lo integra y el cambio la alimenta antes que derrumbarla. Es claro que en las situaciones humanas no puede programarse la realidad. La estrategia que se asuma debe estar abierta a todo tipo de miradas y a distinguir las verdades de realidades desconocidas. Esa bestia de lo real no hemos podido comprenderla, apenas cogimos la pata creímos que era como un árbol, firme y sólido, pero no imaginamos que había un cuerpo, unas entrañas y un cerebro que todo lo modificaba. ¿Hasta qué punto el desorden es simplemente nuestra ignorancia? Cuando nada entendemos es el mejor momento para quebrar la realidad que nos sostiene. Duele la caída, pero se alarga la mirada.


Estaba leyendo algo de Edgar Morin y se me ocurrió dejar constancia de que hice la tarea. Algunas de las ideas de estos dos párrafos son de un texto suyo llamado La Complejidad y la Empresa (La complexité, grille de lecture des organization, en Management France, enero-febrero 1986, pp. 6-8). El asunto de la bestia sale de una fábula que cita Henry Mintzberg, uno de esos tesos de la estrategia. El relato, simple y llano, es una cachetada para algunas empresas y personas. Aquí lo dejo:


Los ciegos y el elefante

Por Godfrey Saxe (1816-1887)

Eran seis hombres de Indostán

Muy dispuestos a aprender

Y fueron a contemplar al Elefante

(Aunque ninguno podía ver)

Esperando todos que al observar

Satisfarían lo que era su parecer.


El primero se acercó al Elefante,

Y sin poderlo evitar

Contra su ancho y firme flanco cayó.

De inmediato empezó a bramar:

“Dios me bendiga, pero el Elefante

A una pared se asemeja en verdad”.


El segundo, al palpar el colmillo,

Exclamó: “¡Vaya! ¿Qué tenemos aquí

Tan curvado, suave y afilado?”

Está muy claro para mí

Esta maravilla de Elefante

¡A una lanza se asemeja y es así!


El tercero se aproximó al animal,

Y cuando el azar lo hizo atrapar

Entre sus manos la retorcida trompa

Alzó la cabeza para enunciar:

“Ya veo. ¡El Elefante

a una serpiente se asemeja, sin dudar!”


El cuarto extendió la mano con ansiedad

Y en torno de la rodilla palpó.

“A lo que más se parece esta maravillosa bestia

Es muy evidente para mí”, proclamó:

“Está claro que el Elefante

¡A un árbol s asemeja, cómo no!”


El quinto fue a dar con la oreja,

Él dijo: “Hasta la persona más ciega

Sabe a qué se parece más esto.

Que lo niege aquel que pueda,

Esta maravilla de Elefante

¡A un abanico se asemeja!”


El sexto apenas había empezado

A la bestia a tentear

Cuando la movediza cola

A su alcance acertó a pasar.

“Ya veo”, exclamó, “el Elefante

¡A una soga se asemeja en verdad!”


Y así estos hombres de Indostán

Largo tiempo disputaron a viva voz.

Cada uno tenía su opinión

Aparte de la dureza y el vigor.

Y aunque en parte todos tenían la razón,

¡A la vez todos cometían un error!


Moraleja

Con frecuencia en las guerras teológicas

Los contendientes, imagino yo,

Se mofan en completa ignorancia

De lo que el otro decir pretendió,

Y parlotean sobre un Elefante

¡Que ninguno de ellos vió!



Y para los que gustan del original (más sonoro y fluido):


Six Blind Men and the Elephant

It was six men of Indostan
To learning much inclined,
Who went to see the Elephant
(Though all of them were blind),
That each by observation
Might satisfy his mind.


The First approached the Elephant,
And happening to fall
Against his broad and sturdy side,
At once began to bawl:
"God bless me! but the Elephant
Is very like a wall!"

The Second, feeling of the tusk
Cried, "Ho! what have we here,
So very round and smooth and sharp?
To me 'tis mighty clear
This wonder of an Elephant
Is very like a spear!"

The Third approached the animal,
And happening to take
The squirming trunk within his hands,
Thus boldly up he spake:
"I see," quoth he, "the Elephant
Is very like a snake!"

The Fourth reached out an eager hand,
And felt about the knee:
"What most this wondrous beast is like
Is mighty plain," quoth he;
"'Tis clear enough the Elephant
Is very like a tree!"

The Fifth, who chanced to touch the ear,
Said: "E'en the blindest man
Can tell what this resembles most;
Deny the fact who can,
This marvel of an Elephant
Is very like a fan!"

The Sixth no sooner had begun
About the beast to grope,
Than, seizing on the swinging tail
That fell within his scope.
"I see," quoth he, "the Elephant
Is very like a rope!"

And so these men of Indostan
Disputed loud and long,
Each in his own opinion
Exceeding stiff and strong,
Though each was partly in the right,
And all were in the wrong!

Moral

So oft in theologic wars,
The disputants, I ween,
Rail on in utter ignorance
Of what each other mean,
And prate about an Elephant
Not one of them has seen.



miércoles, 23 de septiembre de 2009

Circo

Los circos pocas veces me habían llamado la atención. Desde niño he repudiado las fiestas, la bulla y las risas forzadas. Los circos, los payasos, los disfraces, los animales con falditas; no me digan más, prefería simplemente sacarlo de mi mente. Todas esas expresiones humanas de histeria son entidades paralelas a mi mundo, no las combato, sólo miro pal otro lado. Pero no saco de mi cabeza al niño. Lo miro pensando y me sorprendo con lo que pueda despertar en él la chispa de lo nuevo, lo desconocido, lo impensable.
Ayer no era mayor que hoy, cada día parece que dejo lo único que he conocido y me queda la esperanza de no olvidar lo que era ser niño. Así tenga que responder por cosas más grandes, espero no ser presa del orgullo y la autosuficiencia: que como reí aquella vez que fuí al circo por el payaso que decía chistes evidentes, que como dejé que me deslumbraran los saltos, las caras alegres y los trajes holgados, que como aguanté el dolor de estar sentado en una tabla estrecha por ver toda la función, que como aplaudí primero que los niños cuando el artista dejaba el escenario después de un espectáculo preparado con esfuerzo; que así viva el tiempo que me toca y no deje de maravillarme del arte que me invoca: sonríe.


Ricardo

sábado, 5 de septiembre de 2009

Entrevista con Sergio Fajardo

Publicaré la siguiente entrevista con poca imparcialidad: la complemento con un pequeño ensayo que habla un poco de lo que creo respecto al tema. El que lea y prefiera no mezclarse con las ideas que me movieron a hacerla (irse por la objetividad), favor de saltar la primera parte, leer la entrevista y si algo de tiempo le queda, pues lee mi parte y saca sus conclusiones.

Sólo algo de contexto: trabajo con un proyecto llamado Buena Nota. Desde finales de 2006 venimos pensándole a la cosa entre varias personas, hoy ya somos un poco más maduros (www.buenanota.org). Para 2007 todavía no teníamos nada concreto, sólo sabíamos que habían cosas muy buenas pasando en el país, que alguien debía comunicarlas y que eso ayudaría en parte a crear tejido social. Como parte del ejercicio de crecimiento nos atrevimos a entrevistar al saliente alcalde de Medellín. Le había ido muy bien y en esos días era algo famoso por sus resultados. Algo había pasado en la ciudad y queríamos entender los fundamentos de ello. La entrevista la realizamos mi novia y yo en nombre de Buena Nota el 31 de octubre de 2007. Acababan de pasar las elecciones de alcaldes, concejales y diputados para 2008-2011 y bueno, las cosas estaban más tranquilas por allá en la Alpujarra.


Una ciudadanía en construcción: entrevista con Sergio Fajardo

Por Ricardo Zapata y Vanessa Seijas

La transformación social es uno de aquellos temas legendarios, anhelado por diferentes generaciones y grupos sociales, idealizado por varios intelectuales e incluso convertido en luchas políticas y revolucionarias. Se han dado diversos movimientos intelectuales, políticos, económicos, religiosos, todos queriendo hacer cambios, todos queriendo transformar una sociedad con la que no están conformes. En su momento y en su contexto aportaron al desarrollo social y lograron la reivindicación y la aceptación de algunos asuntos que beneficiaron a un gran número de personas.

Sin embargo, hoy enfrentamos problemas que no han podido resolverse e incluso se han visto agravados debido a una mala comprensión de la realidad por parte de algunos de estos esfuerzos por transformar la sociedad: la creciente brecha social y la injusticia que genera, los radicalismos y excesos de aquellos movimientos de masa, la búsqueda del progreso sin importar cómo afecta el medio ambiente, la indiferencia de los grupos privilegiados y su falta de interés por los demás, el debilitamiento del tejido social gracias a un desequilibrado intento de exaltar al individuo como individuo y no como ciudadano, etc. Mucho se ha invertido en transformaciones que propugnan los intereses de algunos y sus consecuencias se han visto con el transcurrir del tiempo.

Pero hoy Medellín experimenta algo que ha transformado su sociedad, mostrándose como un nuevo paso hacia la búsqueda de un mejor orden social. Buscando sanar las heridas de una ciudad marcada por la violencia y la injusticia social, este nuevo proyecto ha trabajado por restablecer el contacto entre las personas, ha querido acabar con aquella reclusión que sus habitantes tenían por el miedo a salir y ha propiciado el encuentro entre todos. Se ha exaltado el valor y la dignidad de las personas, pero se ha recalcado en que se es ciudadano antes que individuo.

Lo más importante de este cambio es que ha sido entendido como un trabajo conjunto y no como la labor de unos cuantos líderes que hacen todo por todos. Por eso se trabaja entre las personas, se reconocen los derechos de todos, pero cada quién está consciente de su deber. Se les da la misma importancia a todos porque un supuesto primordial es la dignidad de las personas. Los argumentos, la discusión, la preparación y la no-improvisación son fundamentales.

Por estas razones quisimos conocer a quien estuvo en cabeza de este proyecto en los últimos cuatro años. En nuestro propósito de buscar buenas noticias que alienten el actuar de los colombianos por su país para el fortalecimiento de los vínculos sociales, quisimos explorar más a fondo el proyecto que se viene construyendo desde hace cuatro años en la capital antioqueña, no sólo para aprender de él, sino para encontrar motivaciones y saber que como jóvenes podemos empezar un camino que ya ha sido en parte explorado.

Nota de los editores: Esta entrevista fue realizada el 31 de octubre de 2007, tiempo en el cuál Sergio Fajardo todavía estaba actuando como alcalde de Medellín.



La entrevista

Buena Nota: ¿Cómo definiría usted un político del siglo XXI?

Sergio Fajardo: Es quien hace una política con principios claros, contundentes y que se respetan, por encima de todo. Con una propuesta de sociedad que es construida a partir del rigor del conocimiento tanto académico, como de la ciudad y de las personas en su espacio, en su territorio; y no del afán populista de prometer cualquier cosa para satisfacer a cualquier persona. Es también una política que se hace de manera contundente con los principios y las propuestas que llevan a que la transparencia sea una condición absolutamente esencial, el cuidado de los recursos públicos, el valor de los argumentos y el contacto directo con las personas, reconociendo que cada persona es importante. De hecho, yo he dicho en forma reiterada que las condiciones para ser parte de nuestro equipo, o las características que tienen las personas que conformamos nuestro equipo, son honestidad; segundo, el conocimiento: yo vengo del mundo académico y no tengo la menor duda de la importancia del conocimiento de la sociedad, el estudio y el rigor en la aplicación de todo lo que son la diferentes actividades sociales. En tercer lugar, una pasión muy grande por lo que se está haciendo. Esto es un proyecto de vida, se trata de querer lo que se quiere, no es estar por un cálculo para avanzar a otro lugar, sino porque hay un amor muy grande y profundo por lo que estamos proponiendo. Y en cuarto lugar, la sensibilidad social, que significa que todas y cada una de las personas son igualmente importantes.

BN: ¿Qué hace que esto cale en la gente?

SF: Yo creo que todas esas condiciones, pero ya la práctica política, ese proceso que es buscar el contacto con las personas para conseguir la simpatía política que se convierte después en un voto, esa práctica, yo no tengo la menor duda de que fue contundente, porque pasaba por, repito, conocer cada persona. A nosotros nadie nos trajo votos, nosotros fuimos persona por persona a buscar su favor, su consentimiento. Siempre una relación trasparente, siempre tratando con respeto y dignidad a cada persona de esta ciudad. Y por supuesto, con los argumentos, con la forma de explicar lo que se pretende, por qué se pretende y cómo se pretende, partiendo de una característica que es esencial a todo esto y es respetar a las personas. Uno respeta a las personas cuando les respeta su territorio, cuando las reconoce como personas y cuando respeta su inteligencia y su capacidad de entender las cosas para tomar después una decisión.

Nosotros decíamos: bueno, la estructura política ha estado atada a maquinarias y lo que nosotros hicimos fue ir a buscar las personas con el siguiente principio, la gente de la casa sale, bueno, vamos a buscarla. De esa manera creamos un voto de opinión que no existía cuando la política se asociaba con esa politiquería y esas costumbres clientelistas de llevar a la gente amarrada a que votaran por alguien, independientemente de quién fuera, simplemente porque alguien los estaba movilizando.

BN: De todas formas a la gente le están prometiendo algo. ¿Cómo vencen el interés de las personas de obtener el beneficio que le prometen?

SF: El contacto directo. Esa promesa ya plantea una relación entre las personas y por quién se va a votar, que esta mediada por un tema o un interés económico, pero nosotros lo que hacemos es rescatar la dignidad de las personas, decir nadie tiene precio. Entonces, ese contacto directo, esa capacidad de mirar a los ojos, de dar la mano, de ser respetuoso con cada una de ellas tiene un efecto muy poderoso porque las personas son dignas. Uno no puede entrar a competir con plata ni entrar a decir ¿quién va a ofrecer más? Ese es el esquema tradicional, el de los líderes que tienen precio. Esos líderes movilizan votos y dependiendo de quién les dé más, van para allá. Nosotros rompimos con eso y fuimos directo con cada persona.

BN: ¿Fue permitir a todos entrar en el mismo proyecto?

SF: Cuando uno le dice a una persona que le va a dar una plata porque vote, se establece un negocio. En cambio uno le dice a una persona, yo quiero que vote usted por esto, porque nosotros después la respetamos, la miramos. El asunto entonces cambia y la mayoría de las personas son dignas y responden.

BN: ¿Cómo surge esta idea? ¿Cómo se dan cuenta que esta era la clave?

SF: Precisamente porque nosotros éramos un grupo de personas que nunca habíamos estado en la política, que teníamos fastidio por esas características de politiquería y corrupción que había identificada tradicionalmente la política en este país.

BN: ¿Todos venían del área académica?

SF: No, del área académica, del sector empresarial, sector cultural, organizaciones sociales y comunitarias, ONG´s. Pero lo que nosotros hacíamos era que teníamos una reacción precisamente frente a lo que había sido la política. Entonces éramos absolutamente consientes de que si íbamos a estar en la política era para hacerlo de una forma absolutamente distinta, que representara esos principios que nosotros tenemos y que fuera coherente. Precisamente, la coherencia es ir a buscar a las personas de esa manera.

BN: ¿Por qué el proyecto de una mejor sociedad es tan esquivo a veces?

SF: Yo creo que por muchos años ha habido una apatía muy grande y un desprecio de lo público. Es una sociedad donde hemos sido más individuos que ciudadanos. Entonces, es un proceso que toma tiempo, que la gente vaya reconociendo, que tenga sentido de lo público, que se dé cuenta que la transformación de la sociedad va de la mano de la participación de las personas. Por ejemplo, aquí estábamos revisando, en Medellín se dio un hecho histórico: la abstención en la campaña pasada había sido del 55%, para esta fue del 47%, la ciudad capital con mayor participación, o sea, participó muchísima más gente, ese es un salto grandísimo, pero grandísimo! La gente empiece a participar. Estamos analizando con cuidado porque nosotros hicimos una campaña muy grande para que la gente se inscribiera. Se inscribieron un montón de personas nuevas, la mayoría de esas personan nuevas votó y gran parte eran jóvenes. Estamos tratando de corroborarlo formalmente con los números, pero esa es la hipótesis que tenemos. O sea que ya hay más gente participando, más gente mirando y eso es una base grande. Yo tengo mucha fe que la gente joven de esta ciudad empieza a dejar de lado esa apatía, empieza a mirar lo público y la política con otros ojos. Eso es una base, toma tiempo.

BN: Algunos profesores de la universidad dicen que esta es la juventud más apática, políticamente hablando.

SF: Yo creo que están equivocados. Lo que pasa es que esta juventud es distinta. La juventud durante una época, hace unos años, era más beligerante, más politizada en el sentido de unas posiciones y ahora el mundo ha cambiando, las estructuras de los partidos políticos no dan respuesta. Entonces es más apática con respecto a eso, pero cuando se abre la posibilidad yo creo que responden.

BN: Entonces es más apática a decir “yo soy conservador porque mi familia siempre lo ha sido.” Tal vez ya se están armando más de argumentos.

SF: Sí, ya no dicen yo soy de esto o de aquello, sino que es otra cosa. Tienen que existir las alternativas y si no existen desprecian el proyecto. Yo estoy casi seguro de que ese porcentaje que se mejoró sensiblemente acá está asociado con gente joven.

BN: ¿Qué les diría a aquellos jóvenes que desean convertirse en líderes sociales y activos actores de su comunidad?

SF: Que se metan, que físicamente se arriesguen, que caminen la ciudad, que vean las personas, que escuchen muchísimo, que observen con detenimiento qué es lo que pasa, cuáles son los intereses, cuáles son los sentimientos de la gente. Que por supuesto miren a la administración pública, miren la política, con rigor, con exigencia, pero que la estudien y que le pongan atención. Y que el que tiene ese sentimiento que rompa las barreras, que se atreva, muchas veces en esto se tiene una sensibilidad pero no se encuentra un espacio, ¡que busque! El que busca encuentra y en este sentido también encuentra.

BN: ¿Qué mecanismos se tienen pensados para seguir ampliando esta participación juvenil?

SF: Seguir por este mismo camino que hemos venido construyendo. A medida que uno va disminuyendo la violencia y empiezan a aparecer las oportunidades sociales y se le da, como nosotros hemos hecho, un énfasis tremendo a la educación, entendida en un sentido amplio, ese es el mundo en que están los jóvenes. Cuando empezamos a hablar de Cultura E, cuando empezamos a crear espacios diferentes, ese es el mundo que primero toca a la gente joven de esta ciudad. Lo que se hace es invitar, aquí se abre una puerta que no existía y van encontrando el camino y eso es fundamental. Cuando se hace un énfasis tremendo alrededor de la educación, se abre una puerta para la participación también de la gente joven en la política.

BN: Refiriéndonos a tantas “distracciones” que abundan para los jóvenes ¿Cree que hoy en día es más difícil prepararse para asumir un papel activo en la sociedad? ¿Qué podríamos hacer ante esto?

SF: Yo creo que es natural que los jóvenes piensen en rumba, en diversión, eso no tiene nada de malo. Lo que nosotros hacemos es que haya otras alternativas. Por eso repito lo anterior, la educación. Cuando la gente empieza a entender la educación como el motor de la transformación social, que si no estudia se queda rezagado, aparece el emprendimiento, aparecen otras alternativas, entonces va a ser muy difícil que un joven opte por un camino diferente. Cuando ve una oportunidad, cuando ve un camino, puede decir, aquí puedo estar yo. Cuando esas puertas están cerradas, cualquier cosa le sirve.

BN: ¿Educación es solamente colegios y universidad?

SF: No, colegios, la universidad, la cultura. Por ejemplo, altavoz, la música, la creatividad. Yo creo que aquí hay una capacidad tremenda para ser creativos y ese es el mundo de la juventud: la capacidad explorar, de innovar, de crear, no atado a una formula, sino que se pueda ser protagonista de su vida, esa es la esencia de ser joven.

BN: En cierta medida ¿toca entrar a competir con tanto boom de discotecas, toda la saturación en ese aspecto donde siempre hay una rumba a la que asistir? ¿Es de entrar a ofrecer más espacios?

SF: En sí eso es lo que hacemos nosotros. Pero repito, yo no estoy en contra de la rumba, yo particularmente nunca he sido rumbero, está bien que se diviertan, pero que exista otras alternativas. Cuando no hay otra alternativa, ahí hay que trabajar. De lo que se trata es que a medida que empiecen a crecer, vayan llegando a la proporción adecuada de rumba, estudio, diversión, creación y esas cosas. Aquí no es que sean más rumberos que en todas partes del mundo, yo le aseguro pues que en Estados Unidos, en las universidades, eso es una rumba muy grande. Pero hay la sana mezcla y la responsabilidad que se tiene con respecto al proyecto educativo. Yo en eso no soy muy mojigato ni soy muy preocupado, sino que ahí está y la gente responde.

BN: Lo que son los parques bibliotecas, el parque explora…

SF: …ahí va ir llegando más gente, van a aparecer otras formas de divertirse, otras formas de encontrarse. Yo repito, cuando sólo existe una puerta y todo el mundo tiene que entrar por ahí, unos entran y hay otros que por otro lado se van. Cuando uno empieza a crear alternativas todos empiezan a entrar por acá, por allá y toda la gente va creándose una conciencia de que hay que seguir. La gente responde, yo no tengo la menor duda.

BN: Por el lado de la lectura, ¿qué programas se han hecho para fomentarla?

SF: Se trabaja bastante desde el nivel escolar, pero también la ciudad se empieza a mover, aparecen escritores, hicimos todo lo que tuvo que ver con la Lengua. Es crear ambientes. La Fiesta del Libro y la Cultura, ¡tremenda cantidad de público! Lo que no había antes. Está asociado con eso, no con el rigor de que tiene que leer porque es muy importante, pero que se pueda acceder a toda esa cultura por muchos caminos. Y desde el colegio va cogiendo fuerza.

BN: ¿Usted escribe?

SF: Si claro, yo toda la vida he escrito. He sido columnista, en fin. Ahora tengo el propósito de escribir un libro.

BN: ¿De literatura?

SF: No, yo en algún momento escribí mis cuentos y mis cosas pero no soy un literato. Pero un libro con respecto a todas estas experiencias de este mundo de lo que significa la política, de lo que significa todo esto que he descubierto en este mundo apasionante para el cual no estaba programado. Yo soy un lector empedernido, yo toda la vida he estudiado en diferentes áreas del conocimiento, esa es mi vida, me apasiona descubrir, entender, el soñar con otros mundos.

BN: En la Fiesta del Libro y la Cultura oímos que había escrito un libro de matemáticas…

SF: Ahí cumplí con las matemáticas. Es un libro de investigación muy importante, sobre un tema sofisticado de creación matemática.

BN: ¿Puede un político cambiar el mundo?

SF: Pues yo no sé si uno sólo. Pero yo creo que es la política la que cambia el mundo. Siendo yo uno que detestaba la política, que consideraba que era la peor cosa posible, pero esa política tradicional que yo veía, ahora no tengo la menor duda que es la política donde se dan los cambios más importantes del mundo. Aparecen personas en ese mundo que tienen la capacidad de liderar y de abrir senderos nuevos, y sin duda que eso se moverá por líderes, pero es la política la que cambia el mundo, no un político.

BN: ¿Es una respuesta a un cambio en la sociedad o la política tiene que cambiar la sociedad?

SF: Creo que es una mezcla. Yo asumo que la política requiere mucho conocimiento y el conocimiento lo que nos va dejando es: ¿qué pasa en la sociedad, qué está cambiando, cuáles son las tendencias? Entender todo ese tipo de cosas, al mismo tiempo entender las personas, es fundamental para el liderazgo en el mundo de la política. Los políticos de hoy en día deben de ir siempre adelante, interpretando, descubriendo, señalando y abriendo.

BN: Entonces, ¿el político pasa a ser más un intelectual?

SF: Pues para mí una condición del político, que es escaza, es que tenga ese conocimiento, una capacidad intelectual, una formación muy grande. Que estudien, esto no es mamando gallo. Esa gente puede tener habilidad para hablar, para seducir hablando, pero esta sociedad en este mundo es algo muy complejo, apasionante, y para poder hacerlo bien yo no tengo la menor duda de que ser líderes desde el conocimiento es fundamental. Yo soy matemático y no fui formado para nada de esto, pero con las matemáticas, con mi forma de pensar y de relacionarme con el mundo, yo tengo la capacidad para conectarme a otros mundos, descubrirlos, estudiarlos. La disciplina de entender, de buscar, de sacar, de descubrir es una cosa muy importante.

SF: Hemos visto programas como Presupuesto Participativo o Cultura E donde se fomenta la participación, el actuar y el emprender de los individuos por sus familias, sus comunidades y su ciudad. ¿Qué nos puede decir de su experiencia para fomentar la acción social?

SF: Mi experiencia...apasionante. Apasionante en el sentido de ver cómo ciertos conceptos que uno tiene, que en el mundo académico son conceptos naturales, pero que el problema es cómo pasar del concepto a la realidad y cómo usted descubre un camino, cómo diseña un camino para que eso se exprese. El programa Cultura E es totalmente innovador, eso no existe en el mundo que yo sepa, y lo inventamos nosotros, lo construimos nosotros. Lo que teníamos claro era el principio: transformar conocimiento en actividad productiva, de manera creativa. ¿Cómo se hace eso? Empezamos desde el nivel barrial, el colegio, la universidad y vamos construyendo una forma de ver y entender el mundo. Ahora, ¿por qué llegamos a esto? Es que estamos en el siglo XXI, el siglo de la información y el conocimiento. Pero es que hay que entender qué es lo que está pasando, cómo nos relacionamos, cómo se produce, todas esas cosas hay que tenerlas muy claras para poder hacer los programas. Si uno no tuviera el conocimiento y no tuviera esa capacidad para entender el mundo, el programa no lo hace nadie, pero nosotros sí lo teníamos. Entonces tiene que ver con eso.

Presupuesto Participativo no nos lo inventamos nosotros, eso viene desde Porto Allegro en Brasil desde hace 20 años. Pero es una experiencia que ya ha pasado, ya ha sido validada, y políticamente tomamos la decisión de hacer Presupuesto Participativo en Medellín. Pero fíjense que todo eso pasa por el conocer, hay que conocer, saber cómo se puede hacer la trasformación. Pero para poder hacerlo tiene que haber una decisión política, porque un Presupuesto Participativo en el mundo de la política tradicional nunca pasaría porque se trata de un esquema vengan participen, aquí hay tantos recursos, fijen prioridades. Si usted parte de la política tradicional sería: yo le voy a dar a usted le voy a dar este pedazo porque me ayudó en esta campaña, usted es el que decide por la comunidad. Se trata de entender el mundo y saber cuáles son las claves del desarrollo.

BN: ¿Cuáles son las claves del desarrollo?

SF: El conocimiento como motor de la transformación social. Esa es la parte general. Ahora, ¿cómo se hace eso? Eso pasa por la calidad de la educación, que siempre debe ser la más alta y que tiene que ser un derecho y no un privilegio. Así de sencillo. Yo lo he reiterado, tenemos que construir una base de igualdad para poder hablar de libertad. Si no hay igualdad fundamental en la sociedad nadie va a ser libre. Por el hecho de nacer en un hogar y la otra persona en otro hogar y ya estar definido socialmente, eso es injusto. Tenemos que construir igualdad, tiene que haber acceso a unas bases fundamentales que tienen que la sociedad y el Estado la tienen que generar, crear y dar, para ser una sociedad justa. Y ahí ya hay un espacio para ser libre. Por ejemplo, tú en medicina, podrás desarrollar tu capacidad, pero tienes que haber pasado por una buena educación con calidad para poder entrar, de lo contrario nunca en la vida entraría alguien que estudió en una parte muy mala. Si uno tiene la capacidad y no tiene la oportunidad para desarrollarla, entonces, ¿por qué se tiene que quedar cómo empleada de servicio pudiendo ser tan capaz como tú o cómo yo?

BN: ¿Hubo grandes tropiezos durante todo este tiempo?

SF: La mentalidad mía nunca mira los tropiezos. Digo, vamos a hacer esto y vamos a hacerlo. En el camino siempre van a haber dificultades. Hay unas culturas y unas formas de ver el mundo que requieren un trabajo social y un acompañamiento para acompañar esa transformación cultural para poder ir avanzando. Hay unas prácticas establecidas, hay una tendencia un poco conservadora en la sociedad, pero hay que enfrentarlas con trabajo, con explicación con pedagogía muy grande. Tropiezos naturales, pero yo le decía a la gente, si nosotros nos hubiéramos sentado a mirar cuáles eran los tropiezos para hacer un parque biblioteca, todavía no los abríamos hecho. Si decimos vamos a hacer esto aquí, partimos desde las posibilidades y no desde las dificultades. Yo nunca había tenido un cargo público, yo entré aquí Alcalde de Medellín, nunca había sido secretario de nada, pero entonces era la actitud. Nosotros decimos que es el poder de la comunidad, estamos haciendo un sueño, entonces yo nunca lo puse así. Difícil tiene que ser, pero uno parte desde las posibilidades y no desde las dificultades.

BN: ¿Una comunidad más activa es una comunidad más unida?

SF: Yo creo que es más unida. Antes estaban unos que tomaban las decisiones por todos y la gente veía lo que pasaba. Ahora ya se participa de las discusiones. Discutir es difícil. Es más fácil decir yo: aquí, aquí y aquí, nos demoramos 10 segundos en definir las cosas. Pero es una comunidad mucho más sana. Se presentan conflictos, pero eso es natural. Si esto tiene persistencia ya los conflictos van cambiando su naturaleza, ya empieza a aparecer la confianza. No tengo la menor duda que vamos hacia comunidades más unidas, con obstáculos asociados con la cultura tradicional (cómo se decide, quién dice, que este habla y se generan tensiones), pero si se hace uno, dos, tres, cuatro, cinco, siete años, esas tensiones van cambiando y se va creando una cultura distinta.

BN: ¿Qué concepto es necesario cambiar en las personas?

SF: Pues habrán bastantes, pero hay uno que es fundamental: que las personas vayamos adquiriendo conciencia de que nosotros somos parte de la solución. Ser parte de…eso es fundamental. Por eso nos llamamos “Compromiso de Toda la Ciudadanía”. Uno no tiene que traer aquí inteligentes para que hagan las cosas por todos nosotros, sino que las personas tienen que involucrarse en la solución.

BN: Buena Nota quiere ayudar a reconstruir el tejido social que se ha fragmentado en Colombia por factores como la violencia. ¿Qué nos recomendaría?

SF: La divulgación de experiencias, de esas prácticas, yo creo que es necesario. Yo les recomendaría que vayan y vean las cosas, descúbranlas ustedes. Si usted las descubre, cuando después va a aplicar, tiene un poder distinto. Hay que salir a Medellín y ver los problemas, las cosas. Cuando uno tiene claridad con respecto a eso y sale después a contarlos, tiene mucho más poder. Y pueden decir, es que yo he estado ahí, no que el Alcalde me contó que las comunidades se van transformando y que la gente participa más. Eso después da fe. Cuando yo me paro a hablar como Alcalde y digo tal cosa y tal otra, la gente dice, sí, ese tipo lo hizo, él lo concibió. Pero si digo que debería haber parques bibliotecas, la gente diría, pues sí, pero el salto grande es “lo hemos hecho, lo hemos vivido”.

BN: ¿Cuál es el fin último del desarrollo y el crecimiento?

SF: La justicia, que cada persona tenga la capacidad de ser persona, ese es el reto. Con derechos, capacidades, con obligaciones con los demás. Eso nos hace a cada uno de nosotros ciudadanos y ciudadanas. Existe una diferencia entre individuo y ciudadano: el individuo le importa es “lo mío,” un ciudadano está consciente de que tiene una basura que no le gusta, pero sabe que el carro pasa a tal hora, conoce su compromiso. Pasar de individuos a ciudadanos significa entender que la realización de las personas parte de ser ciudadanos, la relación que tenemos con los demás, con los derechos y compromisos con las otras personas para poder ser libres. Ser libres significa yo soy digno, yo puedo escoger un camino, pero saber que ese camino no es mío sólo sino de toda una sociedad donde tenemos un compromiso, una responsabilidad.

BN: Entonces el desarrollo y el crecimiento no es sólo crecer económicamente…

SF: No puede ser, está demostrado que el simple desarrollo económico no transforma una sociedad. Se necesita, pero no es lo único.

BN: ¿Cómo hacer que los sectores económicos favorecidos desde siempre contribuyan con este desarrollo?

SF: Las decisiones más importantes se toman en el terreno de la política, nosotros somos los que estamos tomando decisiones por toda la sociedad. Una empresa tomará unas decisiones y afecta a alguien, unas familias que trabajan ahí, unas riquezas, que eso es parte de la vida, pero aquí es donde se toman las decisiones por toda la sociedad. Cuando se ve que hay consciencia, cuando la gente empieza a entender el valor de la política, cuando la gente empieza a ver que la política trae transformaciones y que nosotros construimos es un bienestar que termina siendo para todas las personas, entonces se abre la puerta a ser partícipes. En abstracto todo el mundo dice “yo debería participar”, pero esto es haciendo, es el terreno de las realizaciones. Y es un proceso de ir creando confianza, a medida que se va creando confianza la gente va entrando. A nosotros nos regalaron el colegio San José, 32 mil millones de pesos, nunca nadie había regalado eso a una ciudad. El Centro de la Cultura en Moravia nos lo regalaron ¿Por qué? Porque entienden la naturaleza de la transformación social y saben que el bienestar es para toda la sociedad.

BN: ¿Qué responsabilidad tiene Medellín con los municipios aledaños?

SF: Ser una ciudad ejemplar en todo lo que hace. Hay responsabilidades legales a través del área metropolitana, por ejemplo, la sobre-tasa ambiental que nosotros pagamos. Pero yo creo que Medellín tiene la responsabilidad de mostrar cómo se hacen las transformaciones, hacerlas bien. A nosotros nos dicen que quieren ver lo que estamos haciendo y esa es la responsabilidad que tenemos: hacerlo muy bien y mostrar que se puede hacer bien.

BN: ¿Cómo logra Medellín pasar del miedo a la esperanza?

SF: La fórmula es disminuir la violencia y cada vez que lo hagamos, llegamos con las oportunidades sociales.

BN: Usted dice que problema que no se enuncia, no se resuelve. Ahora que está terminando su administración, ¿qué problemas pondría en el papel para ser resueltos en los próximos cuatro años?

SF: Yo creo que son los mismos, lo que pasa es que ya hemos recorrido un camino en la solución de esos problemas, pero siguen siendo los mismos: las desigualdades sociales y la violencia. Ya hemos avanzado y los problemas van cambiando de tamaño y de forma, probablemente van apareciendo otros problemas de diferente envergadura, ambientales, la movilidad, pero la raíz son esos dos. Ojalá el problema de Medellín fuera la movilidad, pondríamos más calles o lo que sea. El problema es parte de la vida de las personas. A medida que nosotros vamos resolviendo problemas, van cogiendo fuerza otros. Claro que es un problema la movilidad, pero siempre yo digo: vamos a la esencia y vamos ubicando el tamaño de los problemas para irlos resolviendo y se trabajan varios en forma simultánea.

BN: ¿Qué recomendaciones tiene para Buena Nota?

SF: Que salgan, que se acerquen a la gente, que vayan viendo, que se metan…ustedes tienen un espíritu, dentro de eso si se pueden meter a lo público éntrenle. Pero el primer paso sería vivan la ciudad, siéntanla, descubran, es muy importante. Yo vengo de un mundo, el mundo académico, intelectual, pero ya otro mundo es cuando uno sale a una calle a ver la gente. Ese salto hay que darlo, para verlo, para aprenderlo a sentir, respirar la ciudad es apasionante, es un mundo muy complejo.

BN: ¿Qué sigue después de ser alcalde de Medellín?

SF: Yo llegué a un mundo que no era el mío, yo no estaba programado para ser Alcalde de Medellín, ni mucho menos. Creo que lo que hemos hecho en Medellín es poderoso, es un orgullo ver que le cambiamos la vida a esta ciudad. Muchos también lo han hecho, pero nosotros la cambiamos sensiblemente. Yo sé que esto tiene mucha acogida y ha tenido un impacto grande. Entonces la pregunta es, ¿podemos pasar de acá al tema nacional cuando hay tanta atracción de esto? Ese es el interrogante que tenemos que resolver y que yo tengo que resolver en particular. Yo nunca en mi vida he estado sin trabajar. Y tengo que trabajar porque yo vivo de lo que hago con esta cabeza, entonces yo termino acá y no tengo ningún trabajo. Salgo de acá sin nada de trabajo, en principio, pueden aparecer oportunidades, etc. Pero la pregunta es si podemos avanzar hacia hacer esto nacional.


miércoles, 27 de mayo de 2009

Agua y miseria


Por Ricardo Zapata Lopera


A las seis de la tarde el Metro en dirección norte va atestado de personas que salen de sus trabajos en las zonas pudientes del sur. Da al río hasta llegar a la estación Industriales en la que quiebra su rumbo y se mete al centro. Desde la ventana veo sus aguas, en parte sucias por el descuido histórico al que lo sometimos, en parte limpias por el proceso de recuperación. Recuerdo que Jaime Andrés Peralta cita a Tomás Carrasquilla hablando del Medellín:


“No tiene leyendas como el Rin, ni sacros misterios como el Ganges; genios y ondinas desdeñaron sus aguas; ningún poeta le ha dedicado una estrofa; para nada le mencionaron las tradiciones misteriosas; la horda primitiva que trasegó sus márgenes no le consagró siquiera la más salvaje de sus admiraciones; la superstición y los agüeros del alma castellana jamás forjaron a su costa ningún espanto ni de diablos azufrosos ni de ánimas en pena. El Aburrá es un humilde, un ignorado, un agua sin nombre.”

Y eso es. El río Medellín parte a la ciudad en dos y para muchos es el causante de la división del valle. No es el orgullo de la villa. Nadie quiso vivir junto a él cuando la ciudad empezó a crecer. Todos cogieron para las montañas. Un cuento es la zona oriente, y otro es pasar al occidente. La división no es socioeconómica, los estratos se encuentran regados entre oriente y occidente, lo que hace el río es hacer más complicadas las cosas para el transporte. Se vuelve más difícil sobre todo para los peatones. Es que caminar el valle de Aburrá es tarea difícil.

Su mismo descuido ha propiciado que albergue gamines, rastros de humanidad que se escabullen por las cloacas del desperdicio paisa. Tristemente todavía hay alcantarillas que desembocan en el río. Peor aún es que personas vivan en ellas. Es común notar por las noches luces dentro de estos tubos. Por el día se ven ropas, basuras, personas fumando.

Veo en la alcantarilla el símbolo de nuestra impureza. Victor Hugo dijo que “la alcantarilla es la conciencia de la población. Todo converge en ella, y en ella se confronta. En este lugar hay tinieblas pero no hay ya secretos…todas las porquerías de la civilización, cuando ya no sirven, caen en ese foso de verdad adonde va a parar el inmenso derrame social”. Al margen de nuestra civilización, los miserables que conviven con esta agua no sólo son el derrame social nuestro, sino que se juntan con el derrame físico.


Pero ellos y las alcantarillas son el símbolo de lo que realmente dejan en el fondo las prisas, el olvido del entorno natural, la aberración en que a veces se convierte el Medellín diurno. Dice nuevamente Victor Hugo: “cuando se ha vivido teniendo que soportar el gran espectáculo de la gran importancia que se arrogan en la tierra la razón de Estado, el juramento, la sabiduría política, la justicia humana, la probidad profesional, las austeridades de situación, las togas incorruptibles, consuela entrar en una alcantarilla y ver el fango a que se ha reducido todo esto”.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Norte, Medios y Sur

Por Ricardo Zapata Lopera

El siguiente comentario surge de Hotel Rwanda (2004), una película del director Terry George. Al final se muestra el trailer.

Los medios de comunicación crean realidades en el mundo globalizado actual. Para una sociedad que tiene su mirada en fronteras más lejanas, los canales que permiten su comunicación deben ser en lo posible libres de distorsiones. Como el entorno de cada persona ya es algo más extenso, pero persiste la dificultad del contacto directo, la realidad se transporta a un plano virtual, donde aquellos con capacidades para incidir en ella ven una nueva fuente de poder. Hace algunos años, cuando la penetración del Internet no era extensa, los medios de comunicación tradicionales eran los encargados de transmitir esta realidad. Al no ser libres, eran susceptibles de manipulaciones y distorsiones. Hoy, aunque esto no ha dejado de ser verdad, el escenario ha cambiado por la posibilidad de acceder a información de diversas fuentes por medio de Internet.

Tomaremos el ejemplo del genocidio de Rwanda de 1994 para discutir cómo un discurso de relación Norte/Sur ha sido motor de varios conflictos en el planeta. De este fenómeno se desprende la importancia que cobran los medios de comunicación. Finalmente, se discutirá cómo el cuarto poder se ve retado por la posibilidad que obtienen las personas de producir mensajes desde todos los puntos de vista.

Hablar de un discurso de relación Norte/Sur es referirse a la comunicación que existe entre la división que el paradigma del proceso de globalización ha creado: un Norte desarrollado, occidental, poderoso y organizado; y un Sur rico en recursos, débil en poder, geográficamente extenso y culturalmente complejo. La relación del Norte con el Sur se vive a través de los medios de comunicación y del poder que se le atribuyen a los mensajes que generan los países del Norte. Esta relación es una consecuencia histórica, ha sido resultado del colonialismo y la independencia política que vino después, eventos que dejaron a los países colonizados en una posición de aparente inferioridad cultural. En este sentido, puesto que los países colonizadores seguían siendo una referencia, se mantuvo cierta dependencia cultural.

A medida que los medios de comunicación se extendieron y ayudaron a entender al mundo como un sistema interconectado, los paradigmas colonialistas se transformaron. Podría decirse muy burdamente que en términos comunicativos el Norte busca del Sur aquello que está de acuerdo a sus intereses, y como su posición de referencia permanece (por eso vemos en la televisión por cable a CNN o BBC World News para conocer lo que ocurre en los países vecinos), pareciera que aquellos mensajes que el Norte produce son los hechos y la realidad que se deben saber del Sur. El Sur por su lado escucha dos versiones, la que mantienen los medios del Norte y otra que reconoce que lo que se dice de él allá no corresponde al panorama completo. Actualmente, gracias a Internet el Sur en su inmensidad ha sido también capaz de producir mensajes que han sido referencia para sí mismo. No obstante, el mayor poder político y económico permanece en el Norte, por lo que el Sur sigue buscando incidir en los mensajes que se escucharán allá.

En el caso de Ruanda podemos decir que en medio del conflicto existe esa relación Norte-Sur. El dominio Belga sobre el territorio en la primera mitad del siglo XX contribuyó a que el conflicto entre los grupos étnicos se agravara. Montaron una monarquía tutsi que gobernó sobre los hutus. Una vez dejaron la tierra en libertad, el conflicto interno permaneció latente. Mientras los habitantes del país lidiaban con tales choques, los países del Norte dejaban atrás la historia que habían compartido con Ruanda y los medios de comunicación se concentraban en otras historias del momento.

En el Norte la opinión pública tiende a centrarse en ciertos elementos coyunturales que viven el país o los intereses que lo tocan, mientras que los gobiernos mantienen sus relaciones internacionales, por lo que no hay un distanciamiento total. En el caso de Ruanda, después de la independencia, los países europeos mantuvieron su incidencia (por ejemplo, Francia era un amigo de los líderes hutus en 1994). Pero la opinión pública olvida lo que sus países han hecho en el pasado y perciben conflictos como el genocidio de 1994 como algo aislado de ellos, simplemente una nueva noticia de los países conflictivos del Sur. Esto ayudó a agravar el conflicto: se buscó salir de él ya que era ajeno, los países del Norte mandaron a sacar aquello que les interesaba (especialmente sus ciudadanos), dejaron lo estrictamente necesario (unas reducidas tropas de la ONU) y abandonaron a los ruandeses mientras estos persistían en aniquilarse unos a otros.

Existe pues en este conflicto un discurso Norte/Sur porque una brecha entre ambos territorios dirige las decisiones. La distinción contribuye también a que las peticiones de una opinión pública con memoria de corto plazo consideren poco la responsabilidad que tienen los países occidentales en los conflictos que se desarrollan en el Sur.

Ahora, se había mencionado que los medios de comunicación construyen para el Norte una realidad que parecen vivir en el Sur. Estos tienen que buscar, en unas pocas palabras, en unos cuantos minutos o en un cuarto de página, decirle a la opinión pública qué es lo que ocurre, cuál es la verdad del asunto y deben crear alguna conexión para que pueda mantenerse la audiencia. La responsabilidad social de los medios de comunicación reside en su papel como creadores de la realidad que el Norte concibe del Sur.

En Hotel Rwanda se pueden destacar algunos puntos que dan cuenta del papel que toman los medios en estos conflictos. Lo primero es que informaban (construían realidad) desde un hotel cerrado a lo que verdaderamente estaba ocurriendo. Esto impedía que desde el exterior se viera la verdad; ésta se limitaba a las declaraciones de algunos involucrados. Un segundo punto es que si se logran captar hechos que dan cuenta de la verdadera realidad, ésta debe condensarse para que sea digerible por un público que no espera un extenso documental sino una píldora informativa. Esto lleva a un tercer punto, lo que se consiga informar debe además competir con todos los otros hechos noticiosos que le interesan al Norte. Por último, una vez todo ha sido condensado en un noticiero de media hora, todas las noticias se convierten en entretenimiento, eventos triviales, no en algo que motiva al cambio sino en hechos que la gente procura conocer para estar solamente enterados.

La forma pues en que el Norte se relaciona con el Sur, por medio de los medios masivos de comunicación, no parece dar pie a que se desarrolle una completa responsabilidad social por parte de estos. La relación costo-beneficio no se compensaría. A pesar de esto, es importante destacar los avances de Internet y sus contribuciones para que todo el mundo sea capaz de conocer con más profundidad lo que ocurre en otros lugares. La capacidad que tiene cada persona para publicar contenidos permite superar la hegemonía completa que ostentaban los medios masivos. Desde 1994, el balance de poderes en la capacidad de informar y las posibilidades comunicativas han sufrido grandes cambios.



Nota:

Los alcances del concepto de Norte y Sur no deben limitarse a la relación que existe entre países. Podríamos llevarlo a lo local y entenderlo como un discurso entre grupos hegemónicos y grupo dependientes.



Referencias

Sánchez Parga, José. (1999). “La comunicación entre norte y sur”. En: Sur y Comunicación, una nueva cultura de la información. Barcelona. Icaria Editorial. Pp. 113-125

Hens, Marián. (1999). “Cómo se informa sobre el sur, del echo a la noticia”. En: Sur y Comunicación, una nueva cultura de la información. Barcelona. Icaria Editorial. Pp. 67-73

Paul Rusesabagina interviewed. http://www.youtube.com/watch?v=_OfbYxKeefM



Hotel Rwanda – 2004


martes, 19 de mayo de 2009

Shall we work it out?

Un éxito de los Beatles, 1965. Al final la canción no fue suficiente: Paul couldn't work it out.

lunes, 18 de mayo de 2009

Luto

Te quiero


“Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.”

M.B.


Los que brindamos por Mario...gracias por sus letras, un pedazo de nuestra realidad latina.