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sábado, 14 de julio de 2012

Un Envigado sostenible: en el limbo


Llovía en el parque

Vivo en Envigado hace varios años. Mi relación con el municipio ha crecido desde la infancia; he caminado por sus calles y montañas, pasado interminables horas con los amigos en tienditas de barrio tomando tampico y comiendo empanadas. Me gusta estar entre su gente, quiero mucho esta tierra. Sin embargo, desde que soy un ciclista urbano y trabajo en temas de sostenibilidad urbana, me he dado cuenta del descuido tan grande que hay en el municipio en aras de una movilidad más sostenible.

Existe suficiente evidencia para demostrar ésto. Desde la aprobación de un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que permite seguir trepando las construcciones en las montañas, pasando por malas rutas y mal servicio de transporte público, hasta un pésimo diseño del sistema integrado de transporte (incluyendo retrasos en su construcción, pero también la omisión de la ciclorruta del diseño original para ampliar los carriles de carros, como lo denunció en su momento la Veeduría a través de Gente). Además, es vital resaltar el mal estado de los paraderos de buses (muchos ni siquiera tienen techo), el poco mantenimiento a los valiosos sitios de esparcimiento y encuentro ciudadano que son nuestros parques, el descuido hacia la infraestructura de transporte no-motorizado (aceras y cruces peatonales), y para rematar, ahora nos encontramos con la noticia de que "la Administración Municipal de Envigado está buscando que todos sus ciudadanos adopten el uso de la bicicleta". Luego continúa con el argumento etéreo de que "La Ciclovía es su mayor apuesta". Como ciudadano, realmente siento decepción.

La ciclovía ocurre una vez a la semana, pero una persona se moviliza todos los días; hay una diferencia muy grande entre una actividad de recreación y una actividad de movilidad. Es obvio que si la Alcaldía entendiera que la movilidad no sólo se da en carros, la ciudad estaría menos colapsada. No sólo no hay una política real de fomento a medios de transporte no-motorizados (siendo la bicicleta el más eficiente entre éstos), sino que antes pareciera haber una persecución contra estos modos.
Recuerdo que alguna vez un guardia de tránsito multó a un compañero por andar en la bicicleta por una acera. Sé que legalmente no se puede, pero no hay que razonar mucho para darse cuenta que convive mejor la bicicleta con el peatón, que con los vehículos. De forma muy cínica incluso nos invitó a utilizar la ciclovía los domingos, "si es que queríamos andar en bicicleta". Diría que un fomento real de los medios de transporte no motorizado, y de la bicicleta para ser exactos, empezaría por darse cuenta que una bicicleta no es igual a una moto y que necesita un trato diferencial y especial.

No es hipster, es una bici de La Ceja 

Es triste que desde 2001 se venga trabajando por las bicicletas y se haya avanzado tan poco. Ya debería ser momento para que la Avenida de Las Vegas y la 43A tuvieran aceras más amplias (y en buen estado), una cicloruta, vías ciclistas o por lo menos que los bordes de las calles no estuvieran llenos de vidrios y basura, que hacen el tránsito en bicicleta más peligroso. Debería ser el momento de que la Secretaría de Transporte fuera Secretaría de Movilidad, y que estuviera articulada con las demás Secretarías del Valle de Aburrá; que también se dedicara a promover el uso de transportes no motorizados y nunca a perseguirlos. Debería también ser el momento para que un sistema verdadero de bicicletas públicas estuviera operando, de manera totalmente contraria a lo que es hoy Envicicleta. Debería ser el momento de que el sistema de movilidad de la ciudad fuera integrado, multimodal, que permitiera moverse en bicicleta en zonas planas y usar otros modos eficientes para llegar a las zonas altas. Debería ser el momento de que se promovieran centralidades urbanas en las zonas planas y cercanas al Río, y que no se aprobara un POT que subiendo el límite de construcción en las laderas, haga más necesaria la tenencia y uso constante del carro particular.

Todas estas políticas podrían ser tan sencillas que nos evitarían tener que invertir tanto dinero intentando ampliar vías para terminar atrayendo más carros. Hoy deberíamos estar aprobando un Plan de Desarrollo con una orientación clara hacia la movilidad sostenible, el buen uso de los suelos y mejor urbanismo, el fomento de la cultura ciudadana, la consolidación de un sistema de transporte masivo. Hay tantas cosas que se podrían haber hecho, sobretodo entendiendo la ventaja, desde el punto de vista acádemico, que resulta de la continuidad en el liderazgo de la Administración del Municipio.

Pero la realidad es otra. Es decepcionante y molesto que se hable de la ciclovía como la mayor apuesta del municipio, mientras que el Alcalde "no da respuesta" a temas tan importantes como las ciclorrutas. Con este escenario parece que la continuidad no es una buena noticia, sino la perpetuidad de políticas débiles y desarticuladas sobre movilidad y sostenibilidad. Si así seguimos, se nos estará extraviando un Envigado más sostenible.

martes, 15 de febrero de 2011

Renovando la mirada trágica al activismo en redes sociales


Los recientes levantamientos en Túnez y Egipto han permitido ampliar más la reflexión que hacía en una columna pasada desde lo que escribía Malcom Gladwell en “Por qué la revolución no será tuiteada”. Reporteros y ciudadanos del común fueron capaces de difundir con rapidez sus mensajes gracias a las redes sociales; Twitter, especialmente. Egipto es el ejemplo más reciente del abanico de posibilidades que la inmediatez y la posibilidad de conocimiento de la información de primera mano nos abren. Joel Simon destaca varios de estos casos y sus efectos en “A Twitter Revolution for Journalists”.

Pero antes cabe advertir que las posibilidades de comunicación no nos pueden distraer de las verdaderas fuerzas humanas que están en juego, como recalca Adam Weinstein. Aún el mismo Simon dice que el cambio se reduce a un ámbito en particular, el cubrimiento:
“So while the claims of social media as a democratizing tool may well be overstated, what the unrest in Egypt did show are the ways in which social media and Twitter in particular are transforming both media coverage and human rights documentation. For now, that's the real revolution. “
Por eso es sensato no emocionarse haciendo extrapolaciones a todo ámbito. En este punto el argumento de Gladwell permanece vigente: el cambio profundo requiere mucho más que los frágiles compromisos que se adquieren por las redes sociales.

martes, 28 de diciembre de 2010

Una mirada trágica al activismo en las redes sociales

Acabando de leer Por qué la revolución no será tuiteada de Malcom Gladwell siento con más argumentos que la impresión que me dejaron las últimas semanas de trabajo en las calles tienen algo de cierto. El artículo básicamente lo resumo en lo siguiente: la importancia de las relaciones cercanas a la hora de lograr impacto y las falencias de los frágiles nexos construidos a través de las redes sociales para consolidar cambios profundos. Es, por supuesto, la mirada trágica a los efectos de las redes sociales, pero hace parte del juego de tesis y antítesis que los involucrados en diferentes clases de activismo, política y cambio social deben conocer para lograr su síntesis. Mucho se ha dicho de las maravillas de las redes, presento pues algunas citas de este texto que se atreve a hablar de lo contrario:

“el activismo de Facebook triunfa no por motivar a la gente a hacer sacrificios reales sino por impulsarla a hacer pequeñas acciones que no requieren mayor compromiso.”
“El activismo que desafía el statu quo -que ataca problemas profundamente enraizados- no es para los ánimos vacilantes.”
“Internet nos permite sacar provecho de esas conexiones distantes con maravillosa eficiencia. Es magnífico para la difusión de la innovación, la colaboración interdisciplinaria, para relacionar continuamente a compradores y vendedores, y para las funciones logísticas del mundo de las citas. Pero los lazos informales rara vez conducen a un activismo de alto riesgo.”
“Como las redes no tienen una estructura centralizada de liderazgo ni líneas claras de autoridad, enfrentan problemas reales a la hora de alcanzar el consenso y fijar los objetivos. No pueden pensar estratégicamente; son propensas al conflicto y al error. ¿Cómo se pueden hacer elecciones difíciles sobre la estrategia o la orientación filosófica cuando todas las opiniones tienen el mismo valor?”
Corolario: ¿cuándo usar las redes para actuar, cuando usar las jerarquías?
“Pero [las redes sociales son] simplemente una forma de organizarse que favorece los lazos informales a través de los que accedemos a la información, en contraposición a los lazos fuertes que nos ayudan a perseverar frente al peligro. Desvía nuestras energías de organizaciones que promueven cambios estratégicos y actividad disciplinada, hacia aquellos que promueven elasticidad y adaptabilidad. Hace más fácil que los activistas se expresen y más difícil que esa expresión tenga cualquier tipo de impacto.”
Como alguna vez, dentro de su contexto, lo habría dicho Fajardo (“ni uribista, ni anti-uribista”), igualmente me declaro estar ni en contra ni a favor de las redes sociales. Más bien diría que a favor del cambio social, no de los diferentes medios para alcanzarlo.

Pero un argumento irrebatible del texto es el valor de las relaciones cercanas, los “fuertes lazos personales”. Si el otro me fuera lejano, ¿tendría algún sentido la acción? El moverse a cambiar algo provoca una incomodidad que no puede superarse a menos que entienda personalmente la situación ajena que aqueja. Ver fotos o videos en la Web no va a hacerme ver que la realidad del otro es tan cercana a la mía como cuando puedo darle la mano a un damnificado por el invierno, ensuciarme la ropa compartiendo con los habitantes de la calle o entrar en la casa de una víctima de la violencia. En este punto me declaro en contra de la virtualidad.