Por Ricardo Z.
Si me guiara por lo que veo, si creyera en lo que leo, no sabría cómo pude haber nacido en esta jungla hace 21 años. No, esa no es la pregunta. ¿Cómo haber sobrevivido mi niñez en la ciudad más peligrosa del mundo? Sí, más bien. Pero el imaginario que me están formando no me convence. Prueba de ello: seguimos vivos.
Medellín, símbolo de transformación. Claro, el cambio es del cielo a la tierra. Las estadísticas son irrefutables. Los datos económicos dan cuenta de ello. El tejido social lo siente. Pero por lo que veo pintado, no me queda claro cómo uno, en sano juicio, era capaz de vivir acá.
Medellín, transformación de una ciudad. Para mí todo sigue siendo igual. De niño salía a jugar a la calle y nunca me robaron. Ni siquiera me acuerdo de las bombas que dicen que estallaban en cada esquina. Mi hermanita nació y no hubo temores. Uno nuevo en la familia, teníamos todas las ilusiones. Sí, claro, nunca dejamos de soñar.
Medellín, ¿qué te ha pasado? Sé que nunca moriste. Hace veinte años una peste te tiró a la cama, pero no has dejado de vivir.
Medellín, te vi el otro día en una exposición que le mostraron a los señores del BID. Por lo que me dijeron parecía no conocerte. Hoy dicen que eres otra. No les creo. Siempre has sido la misma. Al final me dieron una libretica. Bueno, déjame yo te la muestro, creo que tiene cosas rescatables. Por lo que decía hace mucho tiempo vienes haciendo esfuerzos. Claro.
Esta es la portada. Sencillita. Bonita, ¿no?
¿Qué me dices del pasado? Bueno, esta sí fue hace mucho más que esos días negros del terror. El progreso, los ánimos de salir adelante. Seguramente eran tiempos bonitos.
Foto: Gabriel Carvajal, Edificio Cámara de Comercio, 1971
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Ah, sí. Ya después esos sueños como que murieron. Yo sé, te pegaron muy duro, pero mira, seguías luchando por rescatar lo bueno. Claro, esta es la única Catedral, no la de Pablo. Esa ya hasta la quitaron.
Siempre es mejor no ocultar tus heridas. Míralas y no las olvides.
Foto: Guillermo Melo, Sin título. Parque de San Antonio, junio 11 de 1995,
6:35 p.m. Una hora antes del atentado terrorista.
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Oye, yo siempre me pregunté qué tenían de malo las comunas. ¿Qué no vivimos en ellas pues?
A veces digo que qué pereza esos programas de televisión sociales, pero son como nuestro exorcismo, a lo bien.
¿Cómo se sentía el despertar de tus calles cuando el arte invadía las esquinas y ahuyentaba las plagas? Sí Medellín, yo sé que también podías reír. Yo sé, el valle es caja de resonancia para la música, la tambora, las comparsas, el canto. Por eso cuando alzas tu vos, contagias de carácter.
¿Hace cuánto empezó tu recuperación? Ve, qué bonito, uno de los primeros retoques que te hicieron. Esa donación te hizo un poquito más gordita. Claro que más bonita.
Sí, yo no me quisiera quedar en la ignorancia. Esa de los parques bibliotecas estuvo buena. Rico también sentarse con las demás personas.
Como lo dijo Machado, se hace camino al andar. Deja que sigamos andando, deja que sigamos pisando, deja que nos sigamos viendo las caras, déjanos hacer caminos y cruzarnos en ellos.
No está mal la exposición, ¿verdad? Por cierto, yo no me llevo el crédito, ni de las fotografías ni de la colección. Apenas te regalo las palabras.
Después de todo no pintas mal, Medellín. Antes y ahora sos la misma. Te sigues riendo, te sigo soñando. Veinte años después y aún a tu lado.
Nota: Las fotografías fueron tomadas de la exposición Medellín, transformación de una ciudad, expuesta en la 50va Asamblea del BID.
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